El evento mutante del año había llegado, y yo no estaba
dispuesta a perdérmelo. Gracias a Sensacine
tuve el honor de asistir al preestreno de “X Men: Días del
futuro pasado” junto a la mejor de las compañías y con mis mejores galas:
un disfraz casero de Pícara (pero de la guay). Tras el hilo de esperanza que
abrió su predecesora “X-Men: First Class”, la ilusión con la que me senté en la
butaca no se puede describir. Estaba a
punto de ser testigo de uno de los mayores cambios a los que se enfrentaba el universo
X-Men.