Ha llegado la hora, el gran momento de hablar de John Carter desde la experiencia vivida en la sala de cine el pasado viernes. No seré la primera ni la última, pues el bombo que se le ha dado parece que obligue a la gente a hablar de ella.Sea como fuere es uno de los estrenos más sonados de esta semana (de este mes, y quizás del año excluyendo al Hobbit y los Vengadores) y hay que hablar de ello.
Hace algún tiempo recogía en una entrada el proyecto y los primeros trailers, emocionada ante la idea. Entré a la sala con una buena sensación y muchas ganas. El padre de Tarzán por fin podía ver a su otro hijo en la gran pantalla, aunque con un ligero cambio del título original de La princesa de Marte a John Carter (parece ser que las atribuciones femeninas no llaman tanto al publico como los nombres propios masculinos), y además sería de la mano de Andrew Stanton, virgen en el terreno de la acción real y a su vez padre de Walle-E (una de las mejores de Disney en mucho tiempo). Todos estábamos emocionados: Stanton ante la idea de rodar una película de guerras y batallas galácticas a la vieja usanza con decorados reales y la "mínima" digitalización posible (de ahí que muchas veces tuvieran que cortar el rodaje por culpa de las tormentas de arena); y el público ante lo que parecía ser la saga de la nueva generación del espacio (concretamente Marte o Barsoom).
Pero para un proyecto no sirve solo el buen hacer y la ilusión. Y parece que en este primer John Carter se han dejado seducir por la sencillez con la que James Cameron nos introdujo en el universo Pandora, y no les ha salido igual de bien. Salvando las distancias, el planeta rojo en plena guerra mantiene un hilo argumental sencillo y algo previsible, dejando de lado algunas cosas que pueden parecer necesitadas de una expliación y abordando cuestiones más superficiales que permitan hacer gala de los esfuerzos ticónicos. El nuevo Tarzán del espacio pierde el tono serio de Star Wars del lado oscuro de la fuerza, y lo sustituye por uno más ameno, individualista y, por qué no, con cierto aire de cachondeo. Lo cual puede ser bueno si se busca atraer a un mayor numero de espectadores a la sala, pero quizás no sea tan positivo si pensamos en meterte de lleno en otra saga espacial con el nivel que tienen sus anteriores. Aún así el Jimmy Jump de Marte puede que, al igual que con los vinos, desarrolle un estilo y caracter propio con el tiempo, sin necesidad de esas odiosas (y necesarias) comparaciones.
Pero no todo son marcianos y trama, un aspecto muy importante de la película y que merece una mención aparte es una Banda Sonora que cuenta con una nueva ola de jóvenes talentos en hollywood... y en la pantalla pequeña la mayoria: Bear McCreary (Galactica, Walking Dead), Ramin Djawadi (Prision Break, Juego de tronos), Michael Giacchino (Lost, Fringe)… Son solo algunos de los nombres que intervienen, aunque el peso recae sobre Giacchino, quien es el encargado de la BSO de John Carter, quien fue ganador del oscar por Up (podéis escuchar una muestra de su nuevo trabajo aquí).
Hay que tener en cuenta también la edad, porque al fin y al cabo los años pasan factura. Y si a James Cameron se le criticó por sus hombrecillos azules por ser una historia muy explotada sin tener en cuenta que ese guión llevaba escrito 30 años en un cajón, os podéis imaginar el publico con una historia escrita en 1912 como son las azañas del Capitán Carter. Sin “El señor de los anillos” no habría “Juego de Tronos“. Sin “La noche de los muertos vivientes” no habría “Walking Dead”. Pues bien, sin “John Carter” no habría “Star Wars”. Así que todos aquellos que penséis que la película huele a Star Wars o Avatar, que sepas que en realidad George Lucas y James Cameron crecieron leyendo estos libros, influenciándoles notablemente (siendo el caso más obvio el de Star Wars, con cargos como “jeds” y “padwar”, o el famoso bikini de la princesa Leia). Podéis ver otras “similitudes” entre ambas sagas aquí. Resumiendo, que sin John Carter no hubiera existido Star Wars.
No obstante, aunque con algunas tiritas en mi cabeza intentando justificar leves lagunas del film, salí del cine con la sensación de habérmelo pasado bien (al fin y al cabo es entretenida) y esperando que la siguiente entrega (efectivamente si hay saga de libros se aprovecharan al máximo y ya hay negociaciones para la siguiente) logre contarnos algo diferentes y sin agujeros. Me quedo con uno de los personajes más carismáticos de la película: Woola, imposible no sonreir cada vez que aparecía en escena.
Nota: 7'0
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