En los años 70, donde domina una estética rocambolesca, Irving
Rosenfeld (Christian Bale) vive tranquilamente de su cadena de tintorerías,
mientras en la trastienda sus otros negocios le aportan un extra sustancial. A
modo de flashback contará cómo era su cómodo
estilo de vida, hasta que las cosas cambian cuando el amor de la joven y
preciosa Sydney Prosser (Amy Adams) llama a su puerta.
Cuando la química va más allá del físico, y traspasa la
barrera de una mente común, se enciende la mecha de un futuro próspero. En su
caso además con un don innato para la estafa y el engaño a pequeña escala.
Desde obras de arte a préstamos, la feliz pareja asienta las bases de una
estafa sólida y estable, confiados en ser invisible a los ojos de los
poderosos.
Pero su sueño durará poco, pues lo que no saben es que
llevan tiempo en el punto de mira del FBI, y un bronceado agente (Bradley
Cooper) les ha pillado en paños menores. Entre la espalda y la pared, con una
novia encerrada y una psicótica mujer a la que mantener, Irving se ve obligado
a hacer un trato con la Ley.
Su libertad a cambio de una colaboración que termine con
algún pez gordo. Subiendo de nivel según las ambiciones del agente se van
volviendo más avariciosas, la historia de complica para todos. Los engaños y la
desconfianza empiezan a hacer mella en ellos, sembrando la duda y el resquemor
de la traición.
Su meta cada vez parece más cerca, y sin embargo, cuando
están a punto de alcanzarla, un nuevo objetivo se cruza en su camino.
Intercalando una estafa al por mayor, con las historias personales de ascensión,
conformismo y anhelos, el argumento sigue un ritmo lento y seguro que a veces
puede tornarse en denso y tedioso.
Sin embargo, la mezcla de lo personal y los negocios, de las
angustias y los retos que han de superar, impregnan la historia de un constante
reto. Obstáculos al margen de la ley, que se sumarán a los impedimentos de la
Agencia, añadirá el toque de color y entusiasmo necesario.
Original al principio, poco a poco la película va perdiendo
fuelle para convertirse en un amasijo de repetición y trama previsible, con
demasiados frentes abiertos y sin permitirse el lujo de profundizar en ninguno.
El resultado es una historia impersonal y fría que trata de ser humanizada a la
fuerza.
Me gustaría tener un par de palabras personales con el
encargado de la ambientación. ¿Era necesario mostrar a Bale con una barriga
cervecera? ¿Cooper debe tener ese color de falso Rey Baltasar obligatoriamente?
¿El tupé de Jeremy Renner significa algo distinto a ser un imitador de Elvis? ¿La mezcla de cani/mujer de mala fama, de Lawrence, es algo digno de admirar? ¿Trataban de perdernos entre los escotes infinitos de Adams?
Tanto cambio radical hace que me plante si realmente era
impositivo que contasen con actores tan afamados, pues llegado el punto de un
análisis en su conjunto (trama vacía, personalidad nula, repetición hasta el
cansancio y alargamiento innecesario de la duración) la duda que me asalta es
si en realidad me están vendiendo unos nombres y no una película.
Parece una exposición de carnaval donde se evalúa más el esperpéntico
disfraz que la puesta en escena. Con unos papeles sin mayor complejidad ni
momentos de lucidez exclusiva en la cinta, se podía haber desarrollado de la
misma forma insustancial que con personas de menos caché.
El director David O.Russell se ha
lucido convirtiendo una idea manoseada en una historia polifacética que cae en
la simplicidad total.
"A veces en la vida todo lo que tienes esta podrido, elecciones toxicas."
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