viernes, 28 de enero de 2011

Álex de la Iglesia: ''Después de la gala, dimito como presidente''

Es triste que para poder defender sus ideales, y para poder decir con la voz bien alta su opinión sobre la Ley Sinde se vea obligado a tomar esta decisión. ¿Hasta dónde está llegando la falta de libertad de expresión e incluso el derecho a la información de todos los ciudadanos? La verdad es que Álex de la Iglesia podrá gustar más o menos, caer mejor o peor, gustarte sus películas u odiarlas... (a mi por lo menos me encanta como director, presidente de la Academia, y adoro su trabajo), pero lo que nadie puede poner en duda es que su mandato al frente de la Academia de Cine de nuestro país está siendo uno de los más convulsos que se recuerda. Y tampoco le podrán echar en cara que se haya dejado llevar por la corriente o haya renunciado a sus propias ideas en pos de seguir en el cargo. Hasta tal punto es fiel con lo que considera "correcto" que ha decidido dejar la presidencia de la Academia, eso sí, una vez que se celebre la entrega de los Goya.

La polémica "Ley Sinde" parece haber sido el detonante final por el que el director ha tomado la tajante decisión. Como es un tema peliagudo que puede ser entendido e interpretado de diversas formas, desde El Séptimo Arte nos remitiremos literalmente al artículo que el propio Álex de la Iglesia ha publicado a través del diaro El País y dejamos el debate abierto en nuestro foro para todo el que quiera opinar:  
"Tengo que reconocer que estos dos años al frente de la Academia han sido de los mejores de mi vida. He aprendido mucho, he conocido gente estupenda, pero desde un ángulo distinto al del director. Comencé reconociendo que me bajaba películas, sobre todo porno, y sentó fatal a los distribuidores, a los exhibidores y toda la profesión en general. Incluso me llamó mi madre. Esas declaraciones adolescentes me llevaron a reunirme con ellos y entender su punto de vista. Lo mismo me ha pasado con el problema que nos ocupa, la posición de los creadores en la Red. Empecé haciéndolo fatal, sin conocer el tema a fondo y dejándome llevar por mis prejuicios, que son muchos y variados".
"Conducido de nuevo por el método ensayo-error, decidí reunirme con los que quisieran hacerlo para explicarme su punto de vista. Y de pronto descubrí que había muchos puntos en común. Nadie estaba a favor del todo gratis, estaban de acuerdo en reconocer los derechos (y obligaciones) del autor frente a su obra, y a todos les parecía correcto buscar una manera ágil y eficaz de hacerlo. Yo, por mi parte, reconocí que el modelo de mercado necesitaba ser ampliado y corregido, que la oferta legal no era suficiente, y que compartir archivos con libertad era algo inamovible y deseado por todos. Conocí a David Bravo, a Julio Alonso, a Josep Jover, a Francisco George del Partido Pirata, a David Maeztu, hablé con Enrique Dans, y muchísimos más, por Twitter. Teniendo posturas absolutamente divergentes, el diálogo era fluido y sobre todo, constante. Soy un tipo con el genio fácil y dado a la respuesta rápida y poco meditada. Esta gente me dio una lección. Es cómodo hablar con los que te siguen la corriente: te reafirmas en tus ideas, te sientes parte de un grupo, protegido, frente al resto de locos que se equivocan. Por vez primera, aprendí que dialogar con personas que te llevan la contraria es mucho más interesante. Puede resultar incómodo al principio, sobre todo si eres soberbio, como yo. Pero cuando aprendes a encajar, la cosa fluye, y las ideas entran. En este país cambiar de opinión es el mayor de los pecados. Creo que tenemos instalado el chip de la intransigencia desde hace tiempo. Hablé de ello en mi última película. La única manera de arrancárnoslo es mirar a la cara a la gente y decir lo que piensas con el convencimiento de que puede no ser cierto, que puedes estar diciendo o haciendo una tontería. No voy a dejar de discutir, pero francamente, prefiero hacerlo como director que como presidente. Lo coherente es dejarlo. Acabaré lo que he empezado, eso sí, no quiero decepcionar a los compañeros de profesión, y prometo no empañar la ceremonia con este asunto. Quiero que sea la fiesta que todos esperamos. El debate continuará, pero en un lugar adecuado. Después de la gala, dimito como presidente. Seguiré siendo miembro de la Academia, discutiendo y metiendo la pata como siempre, pero como director de cine, que es lo mío."
Desde aquí, ¡bravo Alex, eso es no dejar pisotear tus ideales y defenderlos cueste lo que cueste!

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